El 2 de septiembre se celebró el Día Internacional de la Crianza Respetuosa, un día dedicado a uno de los vínculos más especiales que puede experimentar un ser humano con su propio hijo.
Criar a nuestros niños no es fácil. A la vez que es una experiencia de lo más satisfactoria y enriquecedora, gestionar su mundo infantil y su desarrollo evolutivo implica atención, tiempo y una gran responsabilidad en el día a día sobre ellos, lo que en ocasiones genera dudas sobre si hacemos lo correcto como padres. ¿Cuál es la actitud adecuada para criarlo? ¿Cuándo se es demasiado permisivo o demasiado rígido? ¿Dónde están los límites?
No hay una única forma de ser padres, pero prácticas como la crianza respetuosa nos dan unos principios muy interesantes para guiarnos. Se trata de una forma de ejercer la parentalidad considerando al niño como una persona con los mismos derechos de un adulto y cuyas bases fundamentales son el amor, el respeto y los límites desde el cariño.
¿Pero… qué implica criar a nuestros hijos bajo el paraguas de la crianza respetuosa?
- No tratarles como a nosotros no nos gustarían que nos tratasen. En ocasiones los adultos pasamos por alto sus necesidades o actuamos de forma brusca ante la frustración que nos generan las conductas de nuestros pequeños, lo que a su vez puede generar incomprensión y tensión en ellos. Esto supone comprender y respetar sus emociones, sus espacios y sus tiempos en nuestro día a día; sólo así aprenderán a respetar a los demás y cuando no lo hagan, explicarles qué se espera de ellos y ponernos a nosotros como modelo. Un mensaje que ejemplificaría esto sería responder ante su enfado como: “Yo también estoy enfadada, pero eso no te da derecho a insultar/pegar/tratar así a otra persona”, en vez de ofendernos o malhumorarnos por ello.
- Comunicarnos de forma clara y con cariño. Igual que a nosotros los adultos nos gusta que nos expliquen lo que va a suceder en nuestro entorno con buenas palabras, a los más pequeños también les ayuda recibir explicaciones sobre lo que ocurre para gestionar sus emociones y estructurar su mundo. Igualmente, darles espacio para que terminen sus frases, responder con interés, no juzgarles y pedirles las cosas con amabilidad en vez de dar órdenes nos ayudan a que la comunicación fluya
- Proporcionarles amor incondicional. Ser padres exige saber estar en la vida de nuestros pequeños. Los niños no entienden de horarios ni de cansancio físico, además de que esperan y dependen de nosotros para que cubramos sus necesidades. Nos quieren pase lo que pase, por ello es muy beneficioso dejarles claro que nosotros como padres también estaremos para ellos y que les queremos de forma incondicional por quienes son, nuestros hijos, aunque a veces puedan equivocarse o cometan fallos o bien no estén a la altura de nuestras expectativas o deseos.
Con todo esto, estaremos contribuyendo a criar niños respetados y respetuosos con los demás, donde la violencia verbal o física no sea una herramienta de gestión de los conflictos. Estaremos contribuyendo a desarrollar unos cimientos sanos y seguros en la personalidad futura de nuestros peques en los que en su vida adulta, no necesitaran compararse, ni denigrarse, ni dañar al otro para sentirse bien con ellos mismos…. Interesante ¿verdad?