Tras meses sin ver a una parte de los miembros de la familia, amigos, etc. pasamos a estar durante muchas horas y varios días realizando diferentes actividades con ellos. La gran mayoría de las veces será divertido y un motivo de alegría, pero en otras ocasiones suponen pasar momentos difíciles de manejar, puesto que se pueden reavivar rencillas pasadas, aparecer nuevos conflictos por una mala comunicación o se dan roces “típicos” de la convivencia. Con la pareja también pueden aumentar los conflictos puesto que se pasa más tiempo juntos, y además hay que repartir los festejos y celebraciones con ambas familias, lo que a muchas personas les supone un verdadero esfuerzo. Además este año se añade un estresor adicional que es la limitación en el contacto social con nuestros familiares, así como el uso de mascarilla en las reuniones entre otras medidas higiénico-sanitarias a modo de prevención de la COVID-19

Hay varios factores que aumentan la probabilidad de conflicto en estos grupos, pero sin duda, uno en especial se lleva todos los puntos a favor: el consumo de alcohol. En la mayoría de las reuniones, ya sea de amigos o con la familia hay un mayor consumo de alcohol que en otras ocasiones puede no darse ni tan frecuente ni en tanta cantidad. Hay que tener en cuenta que cuando consumimos alcohol nos desinhibimos, lo que hace más probable no controlar nuestros “filtros” en lo que decimos, hablar de temas incómodos, controlamos menos las emociones y con ello podemos discutir con más facilidad e interpretar los sucesos de forma inadecuada. Además, el problema de las rencillas familiares cuando hay alcohol de por medio es que todos piensan estar en lo correcto. Por tanto, primer TIP para una reunión social, familiar, posiblemente complicada sería controlar, reducir el consumo de alcohol si no queremos caer en el conflicto o la discusión.

Teniendo en cuenta otros factores recomendamos:

  • Ser conscientes de que temas de conversación sacamos entendiendo que hay algunos temas sensibles que pueden afectar considerablemente a algunas personas e incluso a nosotros mismos.
  • Negociar con tiempo suficiente los días previstos para las familias y el tiempo que se les dedicará, con aproximación, pero flexibilidad. Esto ayudará a que cuando llegue le momento, todos sepamos como nos vamos a organizar.
  • Hablar de los tiempos juntos y separados en pareja, intentando alimentar cada espacio y conociendo e interesándose por la opinión de la otra persona.

Y en general, cuando hay rencillas familiares en estas fechas, denota que hay temas no resueltos entre los distintos miembros de la familia. Las Navidades pueden ser una oportunidad para el cambio, para el trabajo personal en este sentido, y poder ir cerrando “temas no resueltos” con tu familia de origen, o bien con tu pareja. Piensa en ello. El cambio es posible.