Como consecuencia del enorme aumento de problemas psicológicos que están apareciendo actualmente en la población por la situación que estamos viviendo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha visto obligada a ponerle nombre a dicha reacción psicológica: “fatiga pandémica: la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”.

La ansiedad, uno de los síntomas actuales más frecuentes, es una reacción natural del cuerpo ante un peligro, el cuerpo se pone en alerta activando todos sus recursos para defenderse, huir…, para sobrevivir. El problema es que esa activación, ese estrés, se puede mantener sin consecuencias dañinas durante un breve periodo de tiempo, por lo que cuando esa duración se alarga pueden aparecer síntomas más graves como el  insomnio, estrés, desmotivación…Y precisamente éste es el problema, que llevamos un año manteniendo al cuerpo en alerta, por el estrés constante de las noticias, la incertidumbre por el qué pasará, el miedo por nuestra salud y la de nuestros seres queridos, el aburrimiento…y además, las actividades que podrían ayudarnos a canalizar y gestionar esas emociones, el ocio y la diversión, se han visto fuertemente reducidas y condicionadas, con lo que los síntomas pueden ser más graves.

Parte del riesgo de esta fatiga, además de los propios síntomas es que por el mismo agotamiento dejemos de protegernos del peligro, perdamos la motivación de supervivencia y le quitemos importancia a las medidas de seguridad. Por eso es de vital importancia que cuidemos nuestra mente en esta situación, para así cuidar nuestra salud y la de los demás.

Aquí van algunas sugerencias:

  • ¡Ojo con los pensamientos!: vigila los pensamientos que entran en tu mente, ¿son racionales?, ¿están ocurriendo en el presente o son anticipaciones? Dependiendo de esos pensamientos te sentirás de una manera u otra así que presta atención y cuando entre un pensamiento destructivo transfórmalo en otro más adaptativo y real. Para esto es importante que te mantengas mentalmente lo más presente que puedas, no sabemos cómo irán las cosas, solo sabes lo que puedes o no puedes hacer hoy.
  • Haz actividades agradables: puedes hacer una lista de actividades que te gustaría hacer o que siempre te has sentido bien haciéndolas y cada vez que te sientas aburrido elegir una de ellas. Es imprescindible que tu día contenga alguna actividad de autocuidado, de poder dedicarte tiempo a ti, de disfrutar en algún momento con algo…
  • Controla cuanta información consumes: si quieres mantenerte informado viendo noticias o leyendo el periódico elige un momento único del día para hacerlo. Uno de los problemas que hay en la actualidad es que recibimos información constantemente por diferentes vías. Dosifica y filtra los medios por los que quieres recibir información para evitar que tu cuerpo y mente activen sus alarmas constantemente.
  • Acepta las emociones que te hagan sentir mal, no evites sentirlas, no te castigues por ello… Escríbelas, observa de dónde vienen, llama a algún amigo, sal a respirar y da un paseo…Si la emoción continúa y es muy frecuente cada día, pide ayuda profesional.