A mediados del siglo XX Bowlby habla en “la teoría del apego” sobre una necesidad innata del ser humano al nacer de vincularse con una figura de protección. Para que se desarrolle un apego seguro, esa figura deberá aportar seguridad, afecto y apoyo emocional, desde el que poder explorar lo desconocido y al que recurrir en los momentos de alarma y peligro durante los primeros años de vida.

El primer y mayor error que encontramos es que muchas veces se entiende que la protección es únicamente física, es decir, lo que tengo que hacer por mi hijo para que no se caiga, tenga alimento y techo bajo el que dormir. Sin embargo, no debemos olvidar que el cuidado debe ser también emocional. Cómo sea ese cuidado y las experiencias que se tengan con los cuidadores será determinante para el desarrollo y crecimiento de esa persona a nivel emocional en su vida adulta. Cómo sea ese apego, cómo nos relacionemos con nuestras figuras será un espejo para aprender a relacionarme conmigo mismo y con los demás.

Precisamente por la gran importancia que tiene saber dar ese apoyo emocional y seguro a nuestros hijos vamos a ofrecerte unas ideas básicas sobre la crianza respetuosa:

  • Reconoce a tu hijo como un ser activo, con capacidad de aprender y descubrir por sí mismo el mundo. Esto elimina de la ecuación decirle constantemente lo que tiene que hacer, sacarle de las conversaciones “de mayores” y no dejarle equivocarse. Tú eres su guía y podrá recurrir a ti cuando lo necesite, y de esta forma aprenderá a tomar decisiones por si mismo y desarrollará su autonomía y autoestima. Foméntale que piense en soluciones ante los problemas o dificultades.
  • Los padres y los hijos tienen los mismos derechos. Evidentemente tú, como padre o madre eres el ejemplo, como adulto tienes que orientar, ayudar y proteger, pero el deber de tu hijo no debe ser obedecer solo por ser más pequeño. Deja que tu hijo opine, deja que se exprese y evita frases como “tu cállate que no sabes; no se te ocurra contestar a tu padre…”. Así aprenderá a expresar sus emociones y pensamientos correctamente y desarrollará una autoestima saludable sin miedo a la desaprobación o a desagradar a los demás.
  • Habla con ellos de emociones, escúchalos, valídales y evita frases como “no llores que no es para tanto” o “eso es una tontería”. Piensa que se sienten mal porque para ellos tiene importancia, si estás con ellos apoyándoles les enseñarás que expresar emociones es bueno, que tienen apoyo y que lo malo pasará.

Hay “consecuencias lógicas”, no castigos. El niño debe saber que hay cosas que no puede hacer, y puesto que los padres son un ejemplo a seguir de respeto y amor, no se permiten los gritos ni la violencia de ningún tipo. Las consecuencias lógicas  son sucesos normales tipo: “si no te pones el abrigo, vas a tener frío”; “si juegas así con el juguete, se va a romper y no podemos comprarte otro”. De esta forma,  aprenderán a crear asociaciones y anticipar sucesos para una correcta toma de decisiones dentro de los límites permitidos en casa y no una mera coacción para el control del comportamiento del niño como suele pasar con los castigos.