La Enfermedad de Alzheimer (EA), correspondiente a los trastornos neurocognitivos según el DSM-V, se considera la causa más común de demencia, es decir, de degeneración progresiva de las funciones cognitivas.

Cuando se realiza una detección temprana y existe una degeneración

leve se pueden observar pequeños problemas para recuperar sucesos almacenados en la memoria a corto plazo (sucesos recientes), cambios en la personalidad o en el estado de ánimo. Sin embargo, cuando la enfermedad va avanzando, puede afectar gravemente al lenguaje, a la memoria tanto corto como a largo plazo, pudiendo olvidar el nombre de sus familiares, o incluso no reconocerles; desorientación, alteración motriz, etc. Esta enfermedad limita a las personas que lo sufren en las tareas más cotidianas y a las personas de su entorno, que acaban convirtiéndose en cuidadores. El progreso gradual de la enfermedad hace que sea muy difícil su temprana detección, por ello, es importante prestar atención a los primeros síntomas para enlentecer su evolución.

La realización de ejercicios de estimulación cognitiva es una muy buena forma de trabajar desde los primeros síntomas de demencia, sin embargo, se están conociendo sorprendentes resultados sobre los beneficios de la práctica de ejercicio físico. Siempre se ha considerado importante practicar algún deporte para mantener nuestro organismo lo más saludable posible, e incluso se ha hablado de los beneficios a nivel anímico, pero nos solemos olvidar de que ¡también produce activación neuronal!

Las personas con Alzheimer poseen el flujo sanguíneo cerebral muy reducido, el deporte hace que aumente su circulación, con ello la actividad neuronal y metabólica y como consecuencia, se de un mejor funcionamiento cognitivo al recibir una mayor cantidad de oxígeno. Además, también favorece a reducir los marcadores inflamatorios, tan relacionados negativamente con la evolución de la enfermedad. Estas son solo dos de las muchas ventajas que tiene el deporte para la prevención neurodegenerativa, por lo que es importante que desde edades tempranas las personas realicen ejercicio aeróbico de manera regular. Si la persona ya es mayor y sufre de esta enfermedad, es necesario que la actividad física forme parte de su rutina diaria de autocuidado, de forma que podamos ralentizar el deterioro cognitivo, por supuesto, complementándolo con otras actividades beneficiosas como ejercicios de psicomotricidad y estimulación cognitiva entre otros.