Aprovechando que el lunes 11 de noviembre es el Día Mundial del Soltero, queremos compartir con vosotros una breve reflexión desde Hermosilla98
La vida está compuesta de etapas; tramos, ciclos y fases que van marcando nuestro desarrollo personal a medida que vamos cumpliendo años y van forjando nuestra propia identidad. Muchas de ellas las recordamos de una forma especial por las personas que las atravesaron a nuestro lado; nuestra familia en la más tierna infancia, nuestro grupo de amigos en la adolescencia o las personas de las que un día nos enamoramos y, en el mejor de los casos, decidimos iniciar una relación. Las relaciones de pareja nos brindan un aprendizaje de lo más potente, implica un encuentro permanente con el otro, que es diferente a mí, y construir un día a día que dé cabida a las necesidades de ambos. En ocasiones la relación se solidifica y avanza a otras etapas, pero en otros casos esto no sucede así y la relación avanza hacia la ruptura; es entonces cuando comienza otra etapa en nuestro recorrido vital, la soltería.
Al igual que tener una pareja no tiene por qué ser lo ideal, estar soltero no tiene por qué ser un fracaso. Puede que hayamos elegido estar solos tras una relación de pareja en la que ya no la sentíamos como tal, o puede por el contrario que la persona con la que elegimos compartir nuestro día a día sencillamente ha decidido dejar de hacerlo. En cualquier caso, después de una relación de pareja la soltería puede llegar a abrumarnos, quizá porque hemos estado acostumbrados a estar con otra persona todo el rato o porque nos habíamos obligado a nosotros mismos a permanecer en una relación cuando en el fondo sabíamos que no era lo que necesitábamos. Nos acostumbramos a no estar con nosotros mismos, en algún momento dejamos de conectarnos con nuestras propias necesidades, con nuestros propios deseos y sueños y dejamos de saber quiénes éramos o lo que realmente queríamos; es en este punto cuando la soltería puede ser un momento de lo más oportuno para volcar la mirada en nosotros.
Se abre otra etapa de descubrimiento personal, de mayor apertura al mundo y de explorar todo aquello que tenemos a nuestro alrededor. Vivir experiencias diferentes a las que solíamos vivir nos ayudará a descubrir cómo reaccionamos ante diferentes situaciones, nuestras fortalezas y nuestra capacidad de aprender ante la adversidad. Puede que empecemos a ver alternativas que antes no contemplábamos en nuestro día a día, decisiones que aplazamos, habilidades que no explotábamos, gustos sin descubrir o amistades que no afloraron porque no les dimos la oportunidad.
A su vez, revisar nuestro ideal de pareja o nuestro ideal de relación nos ayudará a descubrir todo aquello que necesitamos y no se dio, adaptarlo a la realidad y a establecer relaciones más fructíferas y sanas en un futuro.Quizás, más que centrarnos en buscar características específicas a tachar en nuestra lista de pareja perfecta, nos sea útil analizar qué tipo de relaciones hemos mantenido con anterioridad y buscar qué tipo de relación nos gustaría tener algún día. En definitiva, cómo queremos ser tratados, cuidados y valorados, y qué estamos dispuestos a ofrecer al otro sin llegar a perdernos a nosotros mismos.
En cualquier caso, estar soltero no implica que haya algo que funcione mal en nosotros ni que estemos destinados al rechazo, al igual que tampoco implica aislarse de los demás ni de las experiencias que nos brinda el mundo. Estar solteros es, al fin y al cabo, estar acompañados de nosotros mismos. Es una opción igual de válida que estar en pareja.