El pasado 13 y 14 de septiembre Mar Fernández e Inma Pérez de Villar, dos de nuestras psicólogas expertas asistieron al Seminario Internacional sobre Buenos tratos a la Infancia: Trauma, Apego y Resiliencia que organizó el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid e impartió junto a Jorge Barudy, gran maestro de la Terapia Familiar e Infantojuvenil y reconocido mundialmente por sus aportes a la Teoría del Apego y la Resiliencia humana. Desde Hermosilla98 queremos dejaros un pedacito de esta grata experiencia explicando ideas fundamentales sobre el ser humano. ¿Qué es el ser humano resiliente? ¿A qué nos referimos cuando hablamos de apego? ¿Qué importancia tienen estas cuestiones en nuestro día a día?

La resiliencia es la capacidad de afrontar las situaciones más adversas de la vida y salir fortalecido de ellas gracias al aprendizaje que nos brindan nuestros padres y madres sobre nuestra propia valía.Parte de lo que somos, de nuestra autoestima y de lo que nos creemos capaces está muy ligada a las primeras relaciones que mantenemos con nuestros padres en nuestra más tierna infancia, los llamados vínculos de apego, que nos proporcionan sensaciones de afecto y seguridad en nosotros mismos y en los demás.

Tal es así, que en varios estudios psicológicos se ha comprobado la necesidad vital de estos vínculos primarios para nuestra supervivencia psicológica; el psicólogo estadounidense Harlow comprobó con crías recién nacidas de monos Reshus que con el paso del tiempo éstas preferían a muñecos con apariencia de mono adulto antes que recibir alimento de biberones artificiales, por la sensación de afecto y de seguridad que les proporcionaba. El cariño y los buenos tratos, de alguna forma, nos nutren emocionalmente al proporcionarnos la experiencia de ser queridos, y se hace indispensable en nuestra conformación de la personalidad. A nivel fisiológico, se ha comprobado que experiencias de apego enriquecedoras ayudan a fortalecer las conexiones neuronales y el desarrollo cerebral, mientras que los malos tratos pueden generar un sobrefuncionamiento del sistema nervioso simpático, encargado de preparar al cuerpo para un estado de alerta ante una alarma, lo que provocaría altos niveles de cortisol que comprometería el desarrollo sano de las estructuras cerebrales encargadas de integrar las emociones.

Recibir buenos tratos de nuestros padres y madres en los primeros tres años de vida impacta directamente en nuestro desarrollo cerebral, ya que es en este periodo cuando la maduración, organización y desarrollo fisiológico del cerebro configura la mente infantil y empieza a forjarse nuestra personalidad.

¿En qué consisten esos buenos tratos? En la capacidad de proporcionar y responder a las necesidades de afecto, estimulación, cuidados, protección, educación, capacidad de socialización y de afrontamiento de problemas de nuestros hijos. Implica valorar al niño por lo que es, y hacerle sentir que estamos presentes en su vida y nosotros en la de él, dándole su propio espacio para crecer solo y, a la vez, acompañado. Lo importante no es alcanzar la perfección en todas las áreas, puesto que sería irreal poder proporcionar todo en todo momento, sino ser unos padres y madres “suficientemente buenos” para nuestros niños, frase que viene del término del médico pediatra y psicoanalista Donald Winnicott de “la madre suficientemente buena”

¿Y esto cómo afecta a día de hoy? Las experiencias de apego moldean nuestra vida futura; nuestra sensación de seguridad, nuestra personalidad, lo que nos decimos a nosotros mismos, cómo nos relacionamos con los demás y cómo esperamos ser valorados y tratados. Esto no sólo depende de las relaciones con nuestros padres, sino de otras experiencias tan enriquecedoras como amistades profundas, figuras de referencia o relaciones de pareja, por lo que a lo largo de la vida nuestra experiencia de apego puede moldearse y modificarse. Esto no sólo significa que tenemos la capacidad resiliente de reparar nuestras heridas de la infancia, sino que también como padres podremos reparar el daño que nuestros pequeños en alguna ocasión hayan podido recibir.