La infidelidad es una transgresión al pacto de exclusividad que se mantiene con el otro, sea cual sea la manera que se presente. Supone una crisis en el ciclo vital de la relación de pareja, y la decisión de continuar la relación requiere revisar los problemas que surgieron antes y después de ésta crisis, de lo contrario la infidelidad se convertirá en una especie de fantasma que se aparecerá en discusiones y desacuerdos posteriores.
¿Qué viene antes de una infidelidad? Si hemos sido nosotros el que la ha iniciado, quizá nos ayudaría preguntarnos algunas cuestiones. ¿Buscaba algo en el otro? ¿Si es así, qué buscaba? ¿Hay algo que me ha faltado? ¿Puedo darme eso en mi propia relación de pareja? ¿Qué tendré que hacer yo para que eso se dé en mi relación?
Y después de una infidelidad, ¿qué ocurre? Si se decide continuar la relación, ambos deberán ser conscientes de que la relación se transformará, una máxima de la psicología es que toda crisis genera un cambio. A menudo los miembros de la pareja tienen la fantasía de que la dinámica de la relación puede continuar como si nada, pero necesariamente la relación se transformará y nunca será exactamente igual que antes. Cambia y debe cambiar, puesto que la infidelidad es un síntoma de que la relación tenía “una enfermedad”, por lo que para que ahora funcione de una forma sana la relación tendrá que ser diferente.
Puede ocurrir que el miembro que se ha sentido traicionado acepte la infidelidad pero haga evidente la desconfianza generada en la relación cada vez que tenga oportunidad. Esto es la antesala de los reproches, del rencor y de justificaciones de toda acción en contra del otro “infiel”, bien porque el otro falló primero, porque la infidelidad fue infinitamente peor o porque todos los problemas vienen de la infidelidad y no antes.
También puede ocurrir que la persona que ha cometido la infidelidad admita y su error y asume el papel de pagar por todo el daño perpetrado a la relación. El problema es cuando esta situación se alarga de forma indefinida y a la pareja nunca le parece suficiente para perdonarle.
En cualquier caso, ya sea por la desconfianza o por no ser nunca suficiente lo que el otro haga para pagar su deuda, el vínculo que existe entre los dos y la relación de la que ambos forman parte está siendo dañada, se alimentará ese fantasma y es muy poco probable que consigan tranquilidad y/o bienestar como pareja.
¿Y qué hacemos?
Hablar. Comunicarse. Quizá sea beneficioso reflexionar sobre lo que ha ocurrido, buscar el significado. Entender (no es lo mismo que justificar) lo que pasó por ambas partes, y hablar sobre cómo lo vivió cada uno. Pedir perdón de forma explícita y restituir el daño que el otro ha sentido y este, a su vez, permitir a su parejareparar ese daño. En cualquier caso, se tendrá que hacer un esfuerzo consciente por alimentar la confianza y el compromiso, en definitiva, reconstruir la pareja. Empezar a trabajar en aquello que os una, poner límites en aquello que haga daño a vuestra relación y prevenir situaciones que provoquen riesgo de deterioro para la pareja.
La infidelidad puede ser el punto y final de una relación, o ser la oportunidad para terminar con todo aquello que ya no era beneficioso para ambos y construir algo nuevo.