A menudo pensamos que la infidelidad se puede dar exclusivamente en el terreno físico, con encuentros sexuales y/o de carga erótica. Sin embargo, la infidelidad supone una transgresión al pacto de exclusividad que se mantiene con el otro, y ésta exclusividad no necesariamente se refiere a la exclusividad sexual. En las relaciones de pareja también mantenemos una exclusividad afectiva, una intimidad que se da sólo y exclusivamente con ésa persona y que no se comparte con nadie más.
Este tipo de infidelidad, la infidelidad emocional, se caracteriza por la entrega de tiempo y esfuerzo a un tercero, una implicación emocional que viola de alguna forma el acuerdo de exclusividad emocional que se mantiene con la pareja, esa intimidad única que sólo hay entre los dos. Hacemos partícipe a un tercero de nuestro día a día de una forma especial, compartiendo nuestras emociones, sentimientos, preocupaciones más profundas, y existe una vivencia de conexión intensa o intimidad que, de alguna forma, no se da con nuestra pareja actual, aun cuando no se hayan tenido encuentros sexuales con esa tercera persona.
Quizá sintamos que hay poco cariño en esa relación, o que ya no existe la confianza que había antes. Quizá nos sintamos incómodos a la hora de expresar opiniones que desagraden al otro. Quizá sintamos que no nos sentimos cómodos hablando de algunos temas importantes con nuestra pareja, bien porque nunca se ha hablado de ellos o bien porque sintamos que no va a entendernos nunca. Quizá no nos permitimos mostrar nuestra vulnerabilidad al otro. Quizá nos sintamos más distantes con nuestra pareja, con una comunicación menos fluida sobre lo que sentimos o lo que nos pasa día a día y con menos momentos para compartirse y entenderse mutuamente. En otras palabras, quizá la relación de pareja que mantenemos se encuentre dañada de alguna forma.
Esta situación se convierte en el caldo de cultivo perfecto para buscar en otra persona todas nuestras necesidades afectivas; necesidad de ser escuchados, necesidad de ser comprendidos, necesidad de ser valorados por ser nosotros mismos, necesidad de ser cuidados, necesidad de ser vistos y, en definitiva, necesidad de mantener una relación de cercanía especial, una intimidad.
Al principio puede tratarse de una amistad que se va intensificando cada vez más y más para posteriormente manifestarse de forma sutil, compartiendo algunas bromas privadas que antes eran exclusivas de la pareja,prefiriendo a esta tercera persona antes que a tu pareja para hablar de tus problemas y tus alegrías, comparando el trato que recibes en ambos lados y/o llegando a ocultar alguna información a tu pareja sobre esta persona.
Llegados a este punto, puede que la situación empiece a hacerse insostenible para nosotros y necesitemos hacernos preguntas y reflexionar sobre nuestra propia relación de pareja; quizá haya conflictos que se hayan enquistado en el tiempo, quizá esté teñida por sufrimiento, quizá no estemos siendo vistos como esperamos, quizá estemos insatisfechos con nosotros mismos. ¿Qué está pasando?